Sentimos estrés cuando las demandas del entorno superan a nuestros recursos, por ejemplo: muchas tareas y poco tiempo para hacerlas.
El estrés es inevitable en la medida en la que hay situaciones en la vida en la que se juntan varias cosas y no ocurren al ritmo al que nos gustaría. Y ahí viene el estrés a ayudarnos, acelerando nuestro organismo para maximizar los recursos, organizar las prioridades y al final sacar adelante esa situación excepcional.
Pero ¿qué ocurre cuando el estrés forma parte de nuestra vida habitual? Aparte de que terminamos agotadas, y dejando de disfrutar de las cosas, ocurren más cosas.
Habitualmente las mujeres, ante una situación de estrés, en esa ecuación (muchas demandas vs mis recursos) miramos al lado que no es. Es decir, lo interpretamos como una falta o carencia de recursos nuestras y como que no estamos haciendo las cosas suficientemente bien en lugar de pensar que el problema esté en el otro lado: el alto número de demandas (incluída la autoexigencia) a las que hacemos frente.
Las responsabilidades de las mujeres son infinitas, en la medida en que normalmente el cuidado y bienestar de otras personas recae casi exclusivamente en nuestras espaldas. Siempre estamos disponibles para otras personas y para lo que puedan requerir de nosotras. Y eso, a menudo, nos hace sentir estrés, cuando esos requerimientos chocan con nuestras propias necesidades o nuestras prioridades.
Es importante entender que tenemos derecho a establecer nuestras prioridades y a que las necesidades de otras personas no lo sean.
Es importante entender que no podemos llegar a todo.
Es importante entender que es injusto cargar el mundo entero y su bienestar en nuestras espaldas
Es importante entender que tratarnos así es maltratarnos y no querernos bien, tanto si son otras personas las que lo hacen como si somos nosotras mismas las que nos sometemos a esa presión
Es importante entender que las relaciones humanas son para disfrutarlas, para compartirlas y para que haya un cuidado mútuo. Un cuidado que empieza por cuidar nuestro propio espacio y bienestar dentro de ellas, porque si no, no serán sostenibles en el tiempo.
Es importante entender que lo más importante para tu felicidad eres tú y que tienes derecho a las dos cosas: a la felicidad y a ser la persona más importante de tu vida. Trátate como tal.